De lo que no tenemos

Finalizamos el 2018 y sobre nosotros, un panorama incierto con más nubes que claros. Y empezamos un nuevo año sin muchas expectativas de mejoría. Estamos en el tramo final de una crisis que se ha alargado más de 10 años y que, tristemente, ha dejado a mucha gente atrás. Los índices de desigualdad siguen elevándose uno tras otro, poniendo en entredicho el sistema redistributivo y la igualdad de oportunidades. Y, en medio de esta situación, aparecen nuevos actores políticos que vienen con discursos fáciles para solucionar problemas complejos.

Entre la casta política actual, se echan en falta dos perfiles fundamentales: líderes y estadistas. Líderes porque son los que suelen llevar a un pueblo o un país por una senda. Líderes porque cuando todo está negro, ellos tienen la seguridad de elegir el camino adecuado para la sociedad. Y decía también estadistas. Sí. Estos “fontaneros” que trabajan por el interés general y que no supeditan sus actuaciones a sus intereses partidistas. Y claro, en medio de esta tormenta de incompetencia e incertidumbre, vienen los extremos. Y, con todo lo que tenemos encima, nos extraña que haya gente que los compre.

Les hablaba de la clase política y de sus carencias para definir un descontento social que se alarga más allá de unos representantes. El miedo a lo desconocido nos hace dudar y temer. Y esto nos lleva a señalar. Lo fácil, los políticos. Pero no querría que éste fuera el populismo de taberna de bar coloquial. Hago una crítica de nuestros dirigentes no solo por las cualidades que les mencionaba arriba, sino también por como anteponen tacticismo a estrategia. De cómo dejan de diseñar un futuro a largo plazo para centrarse en su próxima campaña política. Y de cómo, tristemente, nos condenan a no poder posicionarnos a la cabeza del nuevo mundo que está empezando.

Pero sabrán que los políticos son necesarios. Y la moderación más que una etiqueta ideológica es o debiera ser un atributo transversal que moviera los actos de todos ellos. Así pues, encaminamos unos años de cambio sin referentes claros, sin nadie que nos asegure tranquilidad y con unos irresponsables al frente de instituciones y en las Cortes Generales. De todo lo que tenemos. Y de todo lo que nos falta. De cómo saldremos de este laberinto, ya si eso, lo dejamos para más adelante.

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